de cómo se conocieron.

-¿Es real?
-¿El qué?
-La pistola.
-Sí, claro que es real, no soy jodida niña. Joder.
-Ah, bueno. Venga. Pues dispárame. Que yo te vea hacerlo.
-¿Por qué? No puedes obligarme a hacerlo.
-No, sé que quieres hacerlo. Que incluso disfrutarás con ello. Vamos, joder. Hazlo. No quiero perder más saliva con esta mierda.
-No voy a dispararte. No quiero hacerlo.
-Me importanta una jodida mierda lo que quieras o no, ¿me oyes?. Te he dicho que lo hagas. ¿Nunca te enseñaron a obedecer a alguien que está por encima de tí?. ¿Nunca?.
-No voy a dispararte.
Entonces él avanzó un par de pasos. Cogió la pistola y se apuntó en la cabeza. Muy cerca de la oreja derecha. El aro de plata que llevaba en ella refulgía entre la niebla.
-No lo hagas.
-Y una mierda.
Y se disparó.
Himself.

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