Yo ya no quiero suspirar nunca más.

Los días de Enero se le olvidaba respirar fuerte y se dejaba los suspiros tirados en el sillón. Luego los recogía poco a poco, con un mantita de lana y los guardaba en el primer cajón de la mesilla para recordarse que se los tenía que volver a poner después de quitarse las legañas por la mañana. Pero a los suspiros no les gustaban los sitios oscuros, cuadrados y cerrados, ¡y mucho menos con olor a madera húmeda!, y revoloteaban haciendo ruido e impidiendo a Cleo dormir. Ella se levantaba por la noche e iba a por un vaso de leche, se lo daba a los suspiros poco a poco, con cuidado, evitando no desparramar toda la leche por el cajón y ellos sonreían entusiasmados ante el olor de la leche fresquita. Pero después de unos cuantos minutos en la soledad del cajón, los suspiros se volvían a poner tristes y reclamaban un sitio entre las mejillas, de donde nunca querían salir. Pero Cleo no tenía la culpa de que se le escaparan los suspiros sin que ellos quisieran, después de ver su película favorita o de leer un libro romántico, e incluso de ver al cartero los domingos, los pobres suspiros pegaban un salto casi casi mortal y caían suavemente por las comisuras de sus labios, precipitándose a la tapiceria de flores del sofá. Muchas veces intentaba no abrir la boca durante mucho rato, para que ellos se quedaran encerrados un ratito más en su boca, expectantes. Pero los suspiros le hacían cosquillas y ella no se podía aguantar las ganas de reír. Y luego se pasaba horas y horas encontrando los suspiros que se quedaban enganchados a las costuras de la tela. Yo ya no quiero suspirar nunca más decía. Pero luego sonaba el timbre y veía al cartero, y los suspiros se movían a tientas por el sofá.

5 comentarios:

  1. (dile a Cleo que la invito a pastel de ciruela)

    ResponderEliminar
  2. yeeah yo quiero seguir conociendo la historia, me paso aqui!:)

    ResponderEliminar
  3. oins, qué ternura de historia. ¡me has hecho suspirar!

    ResponderEliminar
  4. que pruebe a darle un poquito de chocolate, que así seguro que los suspiros se agarran bien y dejan de hacerle cosquillas a Cleo para intentar escaparse.

    (me gusta mucho tu pajarito)

    ResponderEliminar