.

nunca le pregunté que había sentido el día de la caída del muro. probablemente hubiera dicho que nada repetidas veces. Yo siempre había sabido que Boris es de aquellas personas que se guardan las procesiones de llanto dentro, por miedo a que suenen demasiado frías al encontrarse con el mundo real. Siempre pensé que Boris lloró aquel día, pensando lo mucho que había soñado aquel momento, y luego seguro que lloró más, recordando que ya no tenía nadie a quién ir a visitar al otro lado. En sus últimos días, cuando miraba desde la ventana de su casa en Petrocska, meciéndose lentamente con  los pies en la butaca de la salita, de vez en cuando se le escapaba un lágrima, o gemía un poco, como un perro herido, al recordar a Olga.

5 comentarios:

  1. ¿Qué decirte? Qué me se me caen la lagrimillas esas que siempre vienen en los momentos inoportunos y por tonterías, esas que piensas... Ei pero si estoy llorando jo, no ¿por qué?.
    De todas formas gracias...
    No por hacerme llorar, sino por hacerme sentir...
    PD: He vuelto.

    ResponderEliminar
  2. Déjate de enamorarme con cositas bonitas, anda
    y me encanta el nuevo diseño, chiquilla

    ResponderEliminar
  3. Acabo de descubrirte y me encanta leer tus letras y sumergirme en la historia.., casi como si estuviera a un paso de distancia...volveré por aquí..

    ResponderEliminar
  4. qué pena... algunos finales felices llegan tarde...

    ResponderEliminar