Doce horas después de la muerte de Boris Golmt Ytamik a Markov Ytamik se le antojaba la vida un precipio infinito. Donde el punto de partida sería la caja fúnebre de su padre y el punto final su propio estómago enrevesado entre las piezas huecas del cráneo - de su padre también, claro.

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(llevo 58 entradas y cada vez me doy más cuenta de que ésto ya no me pertenece. Ya no soy Alondra y ya no me hago fotos en la bañera. Tampoco hay Petes. No hay personas dulces y cariñosas. Lo siento. No me sale. Ahora sólo hablo de Boris y de Olvidos. Las últimas, que a veces pienso que son yo misma. También me angustia jodidamente el mundo blogger, sus quiero y no puedo, leer siempe lo mismo, las mismas historias, el mismo porno feo, los mismos sentimientos fríos. Abundan demasiado por aquí. No podemos vivir amparándonos en los demás, en los jodidos caleidoscopios. Ellos no son nada para mí ahora, me ayudaban a escurrirme de la realidad. Ahora todo es realidad, y nada es ficción. ¿Dónde se han quedado mis límites?. Me busco, me busco y no me encuentro, joder. Esto no es una despedida, es sólo un "espero veros a menudo por aquí" aunque ni yo misma me lo crea.)

pd: siento la mierda de arriba.
pd1: ya soy una moderna, ya me he hecho un formspring.