recuerdo que días después de la muerte de Olvido temí por la vida de Boris. Supuse que se recuperaría muy lentamente, por el apego que tenía hacia aquella muchacha; pero nunca me imaginé que nunca se repondría de aquel tsunami profundo. Por las tardes, y ya unos meses después de su muerte, Boris iba al puerto y se sentaba dónde habia permacido el cuerpo de Olvido antes de partir al quematorio. Alguna vez lo vi oliendo la tierra, como si quisiera encontrar el olor perdido. Yacía descansando sobre sus manos abiertas, preguntándose si él también debía saltar al agua justo delante un petrolero. No tardó mucho en intentarlo.

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