Jugaba contigo por las tardes a intentar encontrarnos el alma en el pecho. Como si fuese algo sólido y tangible, fruto un nacimiento prematuro. Papá nos decía que no buscásemos demasiado dentro, ni demasiado abajo, porque los hombres teníamos el alma debajo de los pantalones. Siempre pensé que lo decía por las rodillas, porque las mías siempre estaban sucias y ásperas, y en la Iglesia siempre nos dijeron que nuestro alma ya estaría de ese modo si pensábamos en cosas feas. Cuando mamá regañaba con papá nos gritaba que las mujeres tenían el alma en el escote y siempre me pregunté si sería tu colgante de plata. A la vista de que los hombres teníamos el alma en las rodillas y las mujeres en vuestros colgantes, intentaba repasarme bien esa zona con la esponja al ducharme por las noches. Pero mi alma no cesaba de estar oscura y me empecé a preguntar si quizá a mí se me habia olvidado comprarme el alma en alguna joyeria y mamá nunca me lo habia recordado.

3 comentarios:

  1. Yo siempre he dicho que el alma es tan tangible como lo es una estrella, y que está escondida en algún punto del vientre (donde tenemos tantas cosquillas y las mariposas ante sus besos revolotean sin cesar)

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  2. inocentemente encantador. brillante, como siempre.

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  3. Viva la inocencia, y tu forma de escribir...
    Perfecto.

    http://www.sucresrire.blogspot.com/
    :))

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