lo que hacía el silencio.

Como en el espacio entre el techo y en el tejado no cabía ninguna silla ni mesa de las que tenía en la cocina a veces ella tenía que untarse las tostadas mientras se tambaleaban en sus rodillas. Si la gravedad iba bien ese dia y no se resfriaba y tosía demasiado a ella no se le escapaba ningún manchurrón de crema de chocolate en los pantalones. Si por el contrario el día se había levantado de mal humor, o sin pañuelos, se ponía perdida, con gruesas manchas en cada zona de aquel cobijo tan pequeño. Pero a ella le gustaba estar allí. A pesar de la incomodidad de quedarse agachada todo el tiempo y tener que moverse en cunclillas poco a poco. Aunque a veces la electricidad estática de los cables de la luz le hicieran que su pelo volara en el infinito. Aún a pesar de tener que tentar el fondo con las puntas de los dedos para no golpearse en la nariz. Le gustaba estar allí porque el silencio se le mezclaba entre el sabor de las tostadas y le era más fácil sentirse agusto.

2 comentarios:

  1. El silencio en ocasiones puede ser un buen aliado y mejor amigo :)

    Crêpes
    con Nutella.

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  2. Porque sabemos construir pequeños paraisos.

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