Vivía con la esperanza de una brisa del viento. Del levante, del poniente. De aquí o de allá. Vivia con el miedo en el cuerpo y el corazón atenazado entre los bordes de las costillas. Con el sexo húmedo y los labios mojados. Esperando el momento preciso. La oleada fria correcta. Entonces, mientras tú te detenías a recogerte el pelo detrás de la oreja y el polvo se te metía en las pupilas; tu falda se levantaría suave, mecida más de lo correcto, dejando a la vista de mis párpados tus muslos pálidos. Sentiría entonces como el propio clima te quitaba, fugaz, la inociencia absurda de tu adolescencia. Tu propio dolor.

7 comentarios:

  1. solo puedo decir que no puedo decir nada.

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  2. (venía a pedir permiso para poner tu blog como blog estrella en mi revista Imagine)

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  3. historias de inocencias perdidas, me gustan!:)
    muah

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  4. es increíble! es precioso tu blog, te sigo sin duda!
    Un besazo bonita! :)

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  5. Qué yo es esto. Veo a alguna de mis muchachitas entre esas líneas.


    (cosquillas en
    la tripa)

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